ms7165c.jpg Margaret Scott

El Japón y la política de la culpabilidad

CANBERRA – El Japón está provocando de nuevo el distanciamiento de sus vecinos y desesperando a sus amigos por la cuestión de la aceptación de la responsabilidad por su agresión y sus atrocidades durante la guerra. Con la elección del  nuevo gobierno, vuelven a oírse las voces negacionistas en los niveles más altos y resuenan entre el público, incluidos los jóvenes, de modos que serian inconcebibles, en cambio, en la Alemania moderna. Todo ello está alimentando el sentimiento nacionalista en China y Corea del Sur y volviendo aún más peligrosas las ya inestables disputas territoriales en el mar de la China Oriental y en el mar del Japón.

Puede ser que, como me han dicho algunos colegas japoneses, el recién elegido Primer Ministro, Shinzo Abe, pese a sus profundos antecedentes e instintos nacionalistas, sea en última instancia un realista que haga lo necesario –con ayuda, sin lugar a dudas, de las presiones de los Estados Unidos– para desactivar esas tensiones, pero hay tres cuestiones concretas que pueden hacer las veces de talismán y sobre las cuales sus colegas y él han adoptado posiciones preocupantes y que ponen los nervios de punta a los demás países de la región.

La primera es la larga historia relativa a la necesidad de que el Japón se disculpe adecuadamente por la agresiva provocación y su conducta durante los años de la segunda guerra mundial y los que la precedieron. Durante muchos años, los países afectados pidieron que se disculpara completa y inequívocamente; como ministro de Asuntos Exteriores de Australia que fui a partir de finales del decenio de 1980, presioné intensamente al respecto en Tokio como forma moralmente apropiada y provechosa para el Japón de poner fin a esa historia. Más adelante, en el quincuagésimo aniversario de la derrota del Japón en 1995, el Primer Ministro Tomiichi Murayama dio una respuesta personal, al expresar su “sincero remordimiento y disculpas”.

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