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El 6 de enero y el macho blanco posesivo

PRINCETON – La investigación de la Comisión Selecta de la Cámara Baja de Estados Unidos el 6 de enero todavía está muy lejos de establecer un registro integral del ataque al Capitolio el año pasado, de manera que deberíamos abstenernos de hacer generalizaciones fáciles sobre los insurrectos. En términos ideales, la comisión descubrirá suficiente evidencia para hacer remisiones penales al Departamento de Justicia para los principales conspiradores, no sólo los soldados rasos.

Aun así, algunas declaraciones básicas sobre los agitadores parecen poco polémicas. Por ejemplo, sabemos que muchos de los que atacaron la sede de la democracia norteamericana se veían a sí mismos como defensores acérrimos de la Constitución de Estados Unidos. ¿Estaban simplemente equivocados?

Una clave para entender el episodio reside en un fenómeno que caracteriza a los partidos y movimientos de extrema derecha en los diferentes países: la promesa de devolverle un estatus privilegiado a los hombres blancos que piensan que las mujeres, la naturaleza y la maquinaria de la democracia en definitiva les pertenecen. El Capitolio fue “tomado” por agresores que manifestaban una sorprendente sensación de legitimación, mientras cantaban eslóganes como “¿La Cámara de quién? ¡Nuestra Cámara!” Los observadores que dijeron que los insurrectos se comportaban casi como turistas malinterpretaron lo que vieron. Los turistas –especialmente los conservadores que le temen a Dios- por lo general no toman ilegalmente, destrozan o directamente destruyen los sitios que visitan, ni defecan en ellos.

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