El siguiente acto de Internet

BERKELEY – Hace diez años el mundo emergió de la debacle de los punto com o negocios en Internet, y se empezó a considerar más seriamente el potencial de Internet. Si bien la avaricia especulativa y el temor de quedarse al margen pudieron haber influido en las perspectivas de corto plazo, nunca se tuvo duda sobre el panorama a largo plazo. Yo, junto con otros economistas optimistas, supusimos que el flujo gratuito de información y comunicación anunciarían una era de crecimiento rápido de la productividad y el bienestar  –en mayor o menor medida– para todos, sin importar el tipo de destrezas, riqueza u origen social. ¿Acertamos?

En muchos sentidos, la revolución de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) ha dado más de lo que prometía –y a menudo de formas inesperadas. Para muchos, la verdadera maravilla de la era digital es su creación de un mundo paralelo. Cualquiera con una computadora portátil y una conexión a Internet puede conversar con amigos virtuales; observar acontecimientos extraordinarios que pueden o no haber pasado; o jugar juegos en un mundo irreal con una complejidad incomparable.

Internet ha creado un paisaje accesible para todos y que puede inspirarnos en niveles de imaginación mayores. En efecto, aquellos que se mofan del valor de esto deberían recordar que desde que Homero describiera alrededor de la chimenea la ira de Aquiles, los sueños han sido nuestra fuente de inspiración y placer más grande.

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