US President-elect Joe Biden may have promised a “return to normalcy,” but the truth is that there is no going back. The world is changing in fundamental ways, and the actions the world takes in the next few years will be critical to lay the groundwork for a sustainable, secure, and prosperous future.
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SEATTLE – En 1877, el gran novelista francés Víctor Hugo escribió: "Se puede resistir a la invasión de un ejército, pero no se puede resistir a la invasión de las ideas". Hoy en día, el poder de las ideas, para bien o para mal, es algo que debemos tener en cuenta, especialmente al contemplar el radicalismo islámico. Los recientes ataques terroristas en Francia, Kuwait y Túnez son sólo los últimos recordatorios de lo importante que es entender que, detrás de estas atrocidades, existen ideas serias, no simplemente criminales furiosos y frustrados.
Los movimientos jihadistas islámicos violentos no plantean un peligro existencial para Europa o Norteamérica. Ocasionalmente pueden perpetrar actos terroristas mortales, pero no tienen ninguna posibilidad de destruir o apropiarse de las sociedades occidentales. Los intentos motivados por el pánico de ingresar en países musulmanes y extirpar la amenaza han sido contraproducentes y sólo sirvieron para aumentar el poder de atracción del extremismo islámico.
La mayoría de los musulmanes rechazan las versiones más duras del Islam, pero muchos -si no la mayoría- sienten empatía por la idea de luchar contra los dictados de Occidente y regresar a la fe de sus fuerzas y glorias pasadas. Sería un error afirmar que sólo una pequeña minoría de musulmanes respaldan las acciones de los extremistas o que facciones fundamentalistas se han adueñado de una religión a la que no representan en absoluto. Los radicales islámicos gozan de suficiente respaldo como para ser una amenaza seria en su parte del mundo. Es importante entender cómo sucedió esto.
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