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IRVINE (CALIFORNIA) – El Gobierno de China ha estado usando un lenguaje fuerte últimamente para afirmar su soberanía sobre trechos disputados de aguas internacionales cercanos a sus costas, lo que ha aumentado las tensiones, en particular entre China y los Estados Unidos, y la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha subrayado que ahora el gobierno de Obama está dispuesto a intervenir para contribuir a velar por una resolución justa de las disputas relativas al mar de la China Meridional. Los portavoces chinos lo denunciaron como una vuelta a la época en que América consideraba que podía –y debía– intentar “contener” a la República Popular.
Una forma de interpretar la retórica elevada de China –y su dura reacción ante las maniobras militares conjuntas de los EE.UU y Corea del Sur– es otro indicio de que los dirigentes chinos han llegado a sentirse sumamente seguros de sí mismos y están deseosos de imponer su influencia a otros países. Sin embargo, la realidad es más compleja. Una mirada más detenida revela que las palabras y las acciones del Presidente Hu Jintao se caracterizan con frecuencia por una mezcla de inseguridad y chulería y que los funcionarios chinos alternan entre conceder importanciaal ascenso de su paíso quitársela.
Naturalmente, hay momentos en los que los dirigentes de China parecen personas que son conscientes de estar triunfando y quieren que otros lo reconozcan. Antes incluso de las actuales controversias diplomáticas, los dirigentes de China estaban señalando con regocijo a la atención lo mucho más eficaz que había sido su plan de estímulo que el de Obama para contrarrestar los efectos negativos de la crisis financiera.
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