El rey filósofo y el presidente filósofo

LONDRES – Hace poco conocí al presidente irlandés Michael Higgins, con quien compartí escenario para un discurso en el que trazó vínculos entre su nueva “iniciativa de ética” y un libro que escribí con mi hijo, ¿Cuánto es suficiente? Qué se necesita para una “buena vida”. Quedé asombrado por su devoción al pensamiento. De hecho, las ideas son una pasión para el presidente-poeta irlandés; y deberían serlo para más jefes de Estado.

En mayo pasado, hablando ante estudiantes de economía de la Universidad de Chicago, Higgins les dijo que estudian una disciplina desvirtuada, que ha perdido sus raíces éticas y filosóficas. Según dijo: “La conmoción económica y financiera dejó en evidencia las carencias de las herramientas intelectuales de la economía ortodoxa y de sus supuestos fundamentales respecto de la sustentabilidad de los mercados autorregulantes”, especialmente “los mercados financieros globales en gran medida desregulados”. Luego propuso un “examen crítico de algunos de los supuestos centrales en los que se basa la economía que se enseña actualmente en las universidades de todo el mundo”.

¿Qué otros jefes de Estado serían capaces de señalar con tanta precisión las deficiencias de la economía, con citas tomadas no sólo de Adam Smith, sino también de Max Weber, Thorstein Veblen y Jürgen Habermas?

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