TEL AVIV – Los líderes israelíes y árabes se han pasado años advirtiendo sobre el ascenso de un imperio chiita liderado por los iraníes que se extendería por gran parte de Oriente Medio. Ahora que Irán está conectado al Mediterráneo a través de un corredor terrestre que atraviesa Irak, Siria y el Líbano, muchos hablan de una reivindicación. Pero el miedo de Irán como un poder hegemónico regional es sumamente exagerado.
No se puede negar que Oriente Medio está plagado de conflictos localizados, muchas veces alimentados por rivalidades entre caudillos. Pero ningún actor regional está interesado en una conflagración de trascendencia. Esto es particularmente válido en el caso de Irán, que es incapaz de proyectar un poder militar convencional más allá de sus fronteras.
En verdad, el programa nuclear de Irán estaba destinado a compensar su debilidad militar convencional en un vecindario donde tiene más enemigos que amigos. Sin embargo, al llevar a la comunidad internacional a imponer sanciones paralizantes, el esfuerzo nuclear de Irán terminó minando aún más el progreso del país, impidiendo el progreso tecnológico y la inversión militar. Mientras tanto, sus enemigos, particularmente Israel y Arabia Saudita, que tienen presupuestos militares mucho mayores, adquirían las tecnologías militares occidentales más avanzadas.
To continue reading, register now.
Subscribe now for unlimited access to everything PS has to offer.
Subscribe
As a registered user, you can enjoy more PS content every month – for free.
Register
Already have an account?
Log in
TEL AVIV – Los líderes israelíes y árabes se han pasado años advirtiendo sobre el ascenso de un imperio chiita liderado por los iraníes que se extendería por gran parte de Oriente Medio. Ahora que Irán está conectado al Mediterráneo a través de un corredor terrestre que atraviesa Irak, Siria y el Líbano, muchos hablan de una reivindicación. Pero el miedo de Irán como un poder hegemónico regional es sumamente exagerado.
No se puede negar que Oriente Medio está plagado de conflictos localizados, muchas veces alimentados por rivalidades entre caudillos. Pero ningún actor regional está interesado en una conflagración de trascendencia. Esto es particularmente válido en el caso de Irán, que es incapaz de proyectar un poder militar convencional más allá de sus fronteras.
En verdad, el programa nuclear de Irán estaba destinado a compensar su debilidad militar convencional en un vecindario donde tiene más enemigos que amigos. Sin embargo, al llevar a la comunidad internacional a imponer sanciones paralizantes, el esfuerzo nuclear de Irán terminó minando aún más el progreso del país, impidiendo el progreso tecnológico y la inversión militar. Mientras tanto, sus enemigos, particularmente Israel y Arabia Saudita, que tienen presupuestos militares mucho mayores, adquirían las tecnologías militares occidentales más avanzadas.
To continue reading, register now.
Subscribe now for unlimited access to everything PS has to offer.
Subscribe
As a registered user, you can enjoy more PS content every month – for free.
Register
Already have an account? Log in