NUEVA YORK – La historia rara vez se desarrolla sin problemas o de manera uniforme. Más bien, tiende a estar salpicada por acontecimientos importantes -batallas, asesinatos y grandes descubrimientos- que tienen consecuencias que se sienten durante años.
Treinta y un años después de la revolución que derrocó al Shah y trajo el régimen islámico a Irán, estamos en uno de esos puntos de inflexión. Con certeza, no sabemos la magnitud, la dirección o el ritmo del cambio. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que lo que pase en Irán afectará materialmente no sólo al país sino a todo Oriente Medio y más allá.
Un futuro posible para Irán sería, esencialmente, una prolongación de lo que ya existe; vale decir, un Irán gobernado por clérigos conservadores y una Guardia Revolucionaria agresiva, que cada vez domina más la situación. El régimen iraní continuaría reprimiendo de manera brutal a sus opositores domésticos, se entrometería en Irak y Afganistán, armaría y financiaría a Hezbollah y Hamas y, más importante, desarrollaría la capacidad de construir una o más armas nucleares y los medios para entregarlas.
NUEVA YORK – La historia rara vez se desarrolla sin problemas o de manera uniforme. Más bien, tiende a estar salpicada por acontecimientos importantes -batallas, asesinatos y grandes descubrimientos- que tienen consecuencias que se sienten durante años.
Treinta y un años después de la revolución que derrocó al Shah y trajo el régimen islámico a Irán, estamos en uno de esos puntos de inflexión. Con certeza, no sabemos la magnitud, la dirección o el ritmo del cambio. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que lo que pase en Irán afectará materialmente no sólo al país sino a todo Oriente Medio y más allá.
Un futuro posible para Irán sería, esencialmente, una prolongación de lo que ya existe; vale decir, un Irán gobernado por clérigos conservadores y una Guardia Revolucionaria agresiva, que cada vez domina más la situación. El régimen iraní continuaría reprimiendo de manera brutal a sus opositores domésticos, se entrometería en Irak y Afganistán, armaría y financiaría a Hezbollah y Hamas y, más importante, desarrollaría la capacidad de construir una o más armas nucleares y los medios para entregarlas.