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¿La cooperación internacional requiere tener valores compartidos?

OXFORD – En medio de las crecientes divisiones y disputas comerciales en la cumbre del G7 que se celebró este mes, se hizo categóricamente evidente que existe una ruptura de la gobernanza global. Ya no se puede contar con Estados Unidos para preservar, y mucho menos para hacer cumplir, las normas existentes; y, no se puede suponer, en general, que los países lleguen a acuerdos, y mucho menos se adhieran a un conjunto común de normas. ¿Significa esto que el orden mundial basado en reglas está condenado al fracaso?

A lo largo de las últimas siete décadas, los valores democráticos apuntalaron los esfuerzos, liderados por Estados Unidos y Europa, para profundizar la cooperación internacional. A partir del fin de la Guerra Fría, momento en el que Occidente proclamó la victoria de la democracia liberal, los líderes estadounidenses y europeos citaron a menudo el concepto de “valores compartidos” en foros como la OTAN y el G7 (conocido como el G8 hasta que se suspendió a Rusia en el año 2014 por violar dichos valores en Ucrania).

Pero el mundo ha cambiado. Rusia ya no necesita ser parte del club de los “vencedores” de la Guerra Fría para avanzar hacia la consecución de sus intereses geoestratégicos. China nunca fue miembro; y, a pesar de ello, se ha elevado a la categoría de gran potencia mundial. Estos países, junto con otras economías emergentes importantes, desafían de manera creciente el dominio geopolítico que Occidente pensó que había alcanzado.

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