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Propiedad, no monopolio, intelectual

WASHINGTON, DC – “Las leyes de derechos de autor y patentes vigentes en la actualidad parecen más un monopolio intelectual que propiedad intelectual”, han escrito Brink Lindsey y Steven Teles en su libro reciente sobre la economía estadounidense. No son nuevas las inquietudes acerca de la sobreprotección de la propiedad intelectual como una barrera a la innovación y su difusión, pero han adquirido mayor prominencia ahora que el conocimiento ha surgido como un factor importante de la actividad económica y las ventajas competitivas.

Las tecnologías digitales han hecho posible el surgimiento de una “economía intangible”, basada en activos suaves, como algoritmos y líneas de código más que en recursos físicos como edificios y maquinaria. En este entorno, las normas de propiedad intelectual pueden hacer o deshacer modelos de negocios y cambiar la forma de sociedades enteras, ya que determinan la distribución de las ganancias económicas.

Sin embargo, los rasgos principales del régimen de propiedad intelectual (PI) actual se crearon para una economía muy diferente. Por ejemplo, las normas de patentes reflejan el supuesto muy arraigado de que una sólida protección es un incentivo esencial para que las empresas busquen innovar. De hecho, los estudios recientes de Petra Moser y Heidi Williams, entre otros, encuentran pocas evidencias de que las patentes fomenten la innovación. Por el contrario, puesto que aseguran las ventajas de las empresas actuales y elevan los costos de las nuevas tecnologías, estas protecciones se asocian con menos innovación nueva o de seguimiento, una difusión más débil y un aumento de la concentración del mercado. Esto ha contribuido a un creciente poder monopólico que ha ralentizado el crecimiento de la productividad y elevado la desigualdad en varias economías en el último par de décadas.

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