Bank of Japan Behrouz Mehri/Getty Images

La trampa que tiende el objetivo de inflación

BRUSELAS – Los bancos centrales tienen un problema: el crecimiento en gran parte del mundo se está acelerando, pero la inflación no ha despegado. Por supuesto, para la mayoría de las personas, el crecimiento sin inflación es la combinación ideal. Pero los bancos centrales han establecido el objetivo de lograr una tasa de inflación que se sitúe “por debajo, pero cerca al 2%”, tal como establece el Banco Central Europeo. Y, en este momento, es difícil ver cómo se puede alcanzar dicho objetivo.

Los bancos centrales nunca pretendieron tener la capacidad para dirigir la inflación de manera directa. Sin embargo, pensaron que al proporcionar tasas de interés bajísimas y condiciones de liquidez generosas de manera posterior a la crisis financiera mundial del año 2008, ellos podrían impulsar al alza la inversión y el consumo. En el 2009, cuando los mercados financieros estaban atravesando por momentos turbulentos y la economía estaba en caída libre, la Reserva Federal de Estados Unidos escaló este tema un peldaño más, iniciando compras de activos a gran escala, es decir dio inicio a la flexibilización cuantitativa (QE). El BCE siguió este ejemplo en el período 2014-2015, cuando surgió la deflación (mirando la situación en retrospectiva, ese fue un error) como una amenaza para la eurozona.

Las acciones de la Fed ciertamente ayudaron a estabilizar los mercados financieros. El BCE también afirma que sus compras de bonos, tras que los mercados financieros ya se habían normalizado, azuzaron el crecimiento económico y fomentaron el empleo. Pero el impacto terminó allí.

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