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Las vacunas contra el COVID no fueron producto de la planificación industrial

CHICAGO/MILÁN – Ahora que se están distribuyendo las vacunas contra el COVID-19, sólo algunas partes del mundo pueden respirar con cierto alivio. En la mayor parte del mundo, la escasez o inexistencia de dosis recuerda las escaseces de productos en la Europa del este comunista de los años 1980. Si asignáramos alimentos de la manera estatista y no comercial en que se están distribuyendo las vacunas, todos perderíamos una buena cantidad de kilos.

Sin embargo, algunos consideran el desarrollo exitoso de las vacunas como una prueba de que “el gobierno vuelve a funcionar”. Hace mucho tiempo, en la lista de supuestos triunfos del gobierno activo, Estados Unidos construyó ferrocarriles transcontinentales, la Presa Grand Coulee, autopistas interestatales y el programa espacial. Ahora, podemos recibir una vacuna cuya fórmula fue inferida por la firma de biotecnología Moderna en Massachusetts literalmente una semana después de que investigadores chinos publicaran la secuencia genética del virus SARS-CoV-2 que causa el COVID-19.

Los entusiastas del gobierno activo ven este logro como un ejemplo de “planificación industrial” exitoso, una frase prometedora y rimbombante que recientemente ha atraído a un amplio espectro de adherentes, que van desde el senador estadounidense Marco Rubio en la derecha hasta la economista keynesiana radical Mariana Mazzucato en la izquierda.

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