dr2203c.jpg Dean Rohrer

Snowden y el Papa

NUEVA YORK – El Papa Francisco cada vez se parece más a una ráfaga de aire fresco que sopla por las recámaras rancias de la Iglesia Católica. Parece y se comporta como un ser humano normal. Usa zapatos en lugar de zapatillas de terciopelo rojo. Tiene buen gusto para la literatura: Dostoievski, Cervantes. Y demuestra una actitud más humana hacia los homosexuales, aun si no se ha opuesto a la doctrina de la iglesia sobre el comportamiento sexual.

Pero lo más sorprendente que ha dicho Francisco, en una carta reciente al periódico italiano La Repubblica, tiene que ver con los no creyentes. Un no creyente está a salvo de los fuegos del Infierno, nos asegura el Papa, siempre y cuando el no creyente escuche a su propia conciencia. Estas son sus palabras exactas: "Escuchar y obedecer a la propia conciencia significa decidir ante lo que se percibe como el bien o como el mal".

En otras palabras, no necesitamos ni a Dios ni a la Iglesia para que nos digan cómo comportarnos. Nuestra conciencia es suficiente. Ni los protestantes devotos llegarían tan lejos. Los protestantes sólo descartan a los curas como un conducto entre un individuo y su creador. Pero las palabras de Francisco sugieren que podría ser una opción legítima descartar al mismísimo Dios.

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