European Union star insignia painted on concrete wall. barbiez/Flickr

Un choque de civilizaciones occidentales

PARÍS – En las imágenes de la crisis de los refugiados en Europa se han visto yuxtapuestas multitudes sonrientes en Viena y Múnich y caras adustas y hostiles en Budapest. El resultado ha sido una oleada de comentarios sobre las “dos Europas”: una acogedora y otra severa. La verdad es que los desacuerdos sobre si los países deben acoger a refugiados no son precisamente exclusivos de Europa. El contraste mostrado es sintomático de una profunda escisión en el mundo occidental.

La división se produce dentro de los Estados Unidos, la Unión Europea e Israel y –lo que es igualmente importante– en las comunidades judía y cristiana. En un lado están políticos como la Canciller de Alemania Angela Merkel, el Presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, el Presidente de los Estados Unidos Barack Obama, el ex ministro de Servicios Sociales Isaac Herzog y figuras religiosas como el Papa Francisco. En el otro están el Primer Ministro de Hungría, Viktor Orbán, la política nacionalista francesa Marine Le Pen, el candidato republicano a la presidencia de los EE.UU. Donald Trump, el Primer Ministro de Israel Benyamin Netanyahu, el cardenal de Hungría Péter Erdö y legiones de otros clérigos europeos orientales.

Cada uno de los bandos comparte un punto de vista fundamental sobre el papel de los refugiados en la sociedad. El primer grupo se compone de quienes consideran los valores democráticos más importantes que las identidades étnicas o nacionales. En su opinión, quienquiera que cumpla las leyes de un país puede llegar a ser un ciudadano de pleno derecho y contribuir a la vitalidad de su país de adopción.

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