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Una Intervención Humanitaria En La Guerra Contra Las Drogas

BERLIN – El 18 de junio de 1971, el presidente estadounidense Richard Nixon lanzó la "guerra contra las drogas". Pero, en lugar de mejorar la salud pública y el bienestar en Estados Unidos mediante la represión del consumo de drogas, destruyó la vida de millones de personas, tanto en el país como en el extranjero, especialmente en América Latina, África Central y el Sudeste Asiático. La cuestión ahora es cómo reparar el daño.

El enfoque de Nixon sobre el consumo de drogas es fundamentalmente punitivo. En consecuencia, ejerce una gran presión sobre las fuerzas de seguridad y el sistema penal, al tiempo que envía a millones de personas a la cárcel por delitos no violentos. En 2020, las fuerzas de seguridad estadounidenses registraron más de 1,1 millones de detenciones por delitos relativos a las drogas, la mayoría por simple posesión. Las personas no blancas se han visto afectadas de forma desproporcionada, a pesar de tener tasas de consumo y venta de drogas similares a las de las personas caucásicas. En todo el mundo, aproximadamente una de cada cinco personas encarceladas está cumpliendo condenas relacionadas principalmente por delitos no violentos relacionados con drogas.

Además, la guerra contra las drogas ha impedido la regulación efectiva de la producción y distribución de las mismas. Esto facilita el acceso de los menores a las sustancias prohibidas y genera beneficios exorbitantes para las organizaciones criminales que aterrorizan a las comunidades locales. La guerra contra las drogas es una victoria para la corrupción y un desastre para el Estado de Derecho.

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