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En guerra contra un virus

NUEVA YORK – El presidente estadounidense Donald Trump se ha autodefinido como un presidente en tiempos de guerra y muchos otros en todo el mundo están usando esas mismas palabras. Es una descripción que plantea una pregunta obvia: ¿qué nos dicen la historia y la naturaleza de la guerra sobre el combate contra un virus?

Aunque la guerra habitualmente debe ser un último recurso en términos de política, no enfrentar a un enemigo decidido a atacar que constituye una amenaza inminente puede ser mortal. De hecho, el enemigo comenzó como un brote local en Wuhan, China, y se transformó en una pandemia mundial precisamente porque las autoridades chinas desperdiciaron preciosas semanas antes de enfrentarlo. Los líderes chinos inicialmente ocultaron el brote y permitieron que millones de personas abandonaran Wuhan, incluso cuando muchas llevaban el virus consigo.

En Estados Unidos también hubo inicialmente una reticencia generalizada a ir a la guerra. Esto no sorprende demasiado. La guerra como recurso de última instancia es uno de los principios de la teoría de la «guerra justa», un conjunto de ideas que surgió en la Edad Media y procuraba que las guerras fueran menos frecuentes y violentas.

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