hudson1_ KHEM SOVANNARAAFPGettyImages_doctor cambodia KHEM SOVANNARA/AFP/GettyImages)

La salud mundial desde cero

PARÍS – Aunque el fin de la pandemia de la COVID-19 pueda estar «a la vista», como anunció recientemente la Organización Mundial de la Salud, el mundo enfrenta muchos riesgos sanitarios emergentes. Algunos están exacerbados por el cambio climático, otros por los viajes, la desinformación en línea, la escasez de alimentos, la pobreza o las guerras. Afortunadamente, la pandemia nos dejó lecciones valiosas para gestionarlos... y para ayudar a las economías en desarrollo vulnerables a prepararse mejor para las futuras crisis sanitarias.

El Acelerador del Acceso a las Herramientas Contra la COVID-19 (ACT-A) de la OMS fue un emprendimiento global gigantesco que facilitó las pruebas, los tratamientos y la vacunación en todo el mundo. Pero queda claro que el ACT-A no logró solucionar los obstáculos estructurales de larga data que obstaculizaron las vacunaciones en los países con ingresos bajos y medios. Para eso es necesario un nuevo marco que enfatice las relaciones locales con los trabajadores y emprendedores en terreno.

Los países en desarrollo tienen menos profesionales de la salud per cápita que los desarrollados. África, el sudeste asiático, la región oriental del mediterráneo y algunos sectores de Latinoamérica enfrentan un déficit que será de 5,9 millones de enfermeras y 18 millones de trabajadores de la salud en 2030. En 2019, 13,8 millones de niños no recibieron los servicios de vacunación de rutina (entre ellos, 8,8 millones de países con ingresos bajos). Difícilmente resulte entonces sorprendente que, hasta mayo, solo el 16 % de la población en los países con menores ingresos había recibido al menos una dosis de la vacuna contra la COVID-19, aun cuando la oferta mundial ahora supera con creces a la demanda.

https://prosyn.org/q26BIAoes