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Abuso non sancto

NUEVA YORK – En su notable disculpa ante los católicos de Irlanda (la mayoría de la población de ese país), el papa Benedicto XVI explicó por qué unos sacerdotes pecadores sentían la tentación de cometer actos sexuales con niños. Se debía a “las nuevas y graves amenazas a la fe debidas a la rápida transformación y secularización de la sociedad irlandesa. Ha habido un cambio social muy acelerado que con frecuencia ha afectado a la tradicional observancia de las enseñanzas y los valores católicos”.

Como sabemos, los abusos deshonestos de niños a manos de sacerdotes católicos no ocurrieron sólo en Irlanda, sino también en muchos otros países, cosa a la que el Papa prefirió no referirse, e Irlanda no es el único lugar en que la transformación social y la secularización han representado una amenaza para los valores religiosos. Cuando el Papa atribuyó esas transgresiones sexuales a dichas amenazas, puede que tuviera en parte razón, pero no la que él cree.

En épocas más tradicionales, no hace mucho, cuando Dios reinaba supremo y la mayoría de las personas recurría aún a sus sacerdotes (o pastores o rabinos, etcétera) en busca de guía moral, la conducta sexual estaba dictada con frecuencia por el poder. Los cristianos podían creer en el pecado. Los valores propugnados por la Iglesia eran objeto de la debida deferencia.

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