PARÍS – Existe una creciente posibilidad de que la crisis del COVID-19 marque el fin del modelo de crecimiento nacido hace cuatro décadas con la revolución Reagan-Thatcher, el abrazo del capitalismo por parte de China y la caída de la Unión Soviética. La pandemia ha resaltado la vulnerabilidad de las sociedades humanas y ha fortificado el respaldo de una acción climática urgente. Asimismo, ha fortalecido el poder de los gobiernos, ha erosionado el respaldo ya inestable de la globalización y ha originado una revaloración del valor social de las tareas rutinarias. El modelo de gobierno pequeño y mercado libre de repente parece terriblemente demodé.
La historia sugiere que las transiciones entre las fases de desarrollo capitalista pueden ser duras e inciertas. El modelo de crecimiento de posguerra cobró forma recién después de que el Plan Marshall catalizara su aparición. Y la transición de la estanflación de los años 1970 al modelo de crecimiento dominado por el mercado llevó una década. Muy probablemente, los próximos años serán muy difíciles.
El desafío no tiene que ver sólo con la incertidumbre. También tiene que ver con que el surgimiento de una nueva coherencia normalmente requiere que algo o alguien ceda. A fines de los años 1940, los especuladores europeos cedieron ante las fuerzas de la modernización. Y en los años 1980, la mano de obra organizada cedió ante el capitalismo financiero. Lo mismo es válido esta vez, porque la coherencia entre las prioridades emergentes es cualquier cosa menos obvia.
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Howard Davies
fears that bringing the current bout of inflation under control will carry high costs, suggests ways monetary policymakers can protect their reputations, defends the UK Treasury from accusations that it is too powerful, and more.
For decades, relative global stability, sound economic-policy management, and the steady expansion of trade to and from emerging markets combined to keep costs down. But now all these conditions have been overturned, and the world is settling into a dangerous and destabilizing new regime.
explains why the long era of low inflation, cheap imports, and consistent growth is now over.
If it passes, the US Inflation Reduction Act would be a landmark legislative achievement. With provisions to accelerate America's clean-energy transition, control health-care costs, and restore some sanity to the tax code, it will not only curtail inflation but also bolster America's long-term competitiveness.
explains how the legislation would address several key longstanding problems facing America.
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PARÍS – Existe una creciente posibilidad de que la crisis del COVID-19 marque el fin del modelo de crecimiento nacido hace cuatro décadas con la revolución Reagan-Thatcher, el abrazo del capitalismo por parte de China y la caída de la Unión Soviética. La pandemia ha resaltado la vulnerabilidad de las sociedades humanas y ha fortificado el respaldo de una acción climática urgente. Asimismo, ha fortalecido el poder de los gobiernos, ha erosionado el respaldo ya inestable de la globalización y ha originado una revaloración del valor social de las tareas rutinarias. El modelo de gobierno pequeño y mercado libre de repente parece terriblemente demodé.
La historia sugiere que las transiciones entre las fases de desarrollo capitalista pueden ser duras e inciertas. El modelo de crecimiento de posguerra cobró forma recién después de que el Plan Marshall catalizara su aparición. Y la transición de la estanflación de los años 1970 al modelo de crecimiento dominado por el mercado llevó una década. Muy probablemente, los próximos años serán muy difíciles.
El desafío no tiene que ver sólo con la incertidumbre. También tiene que ver con que el surgimiento de una nueva coherencia normalmente requiere que algo o alguien ceda. A fines de los años 1940, los especuladores europeos cedieron ante las fuerzas de la modernización. Y en los años 1980, la mano de obra organizada cedió ante el capitalismo financiero. Lo mismo es válido esta vez, porque la coherencia entre las prioridades emergentes es cualquier cosa menos obvia.
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