El juego de suma cero de Hamas

Imaginemos que nuestro vecino de la puerta de al lado, con el que hemos tenido una larga y sangrienta rencilla, saca una pistola y dispara a nuestras ventanas desde su sala de estar, atestada de mujeres y niños. De hecho, sostiene a su hija en su regazo, mientras intenta acertar a nuestros hijos. Declara que no cesará hasta que nuestra familia haya muerto y, además, no hay una policía que pueda intervenir. ¿Qué deberíamos hacer?

Una opción es la de no hacer nada o poco. Probamos por un tiempo. Al fin y al cabo, nuestro vecino es pobre y está traumatizado, hay una historia triste y complicada entre nosotros y él y nosotros tenemos parte de culpa.

Pero al final, cuando un disparo alcanza el cuarto de nuestros hijos, consideramos que ya está bien y sacamos nuestra arma, que es mucho mejor. Intentamos lanzar un ataque controlado: apuntamos a la cabeza del que dispara e intentamos preservar a los inocentes.

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