Hamás y Fatah en la encrucijada

La política palestina está llegando a un punto sin retorno. La lucha de poder entre la organización islamista Hamás y el presidente palestino Mahmoud Abbas y su movimiento secular-nacionalista Fatah se está volviendo más intensa, y las tensiones han degenerado en combates abiertos.

Desde la fundación de Hamás a principios de los años 80, se ha negado a quedar bajo la égida de la Organización de Liberación Palestina (OLP). La victoria de Hamás en las elecciones parlamentarias de principios de este aňo, que fueron un hito democrático, demostraron que había llegado a la mayoría de edad en términos políticos. Por primera vez en la historia palestina, un partido religioso es el que predomina. Pero Fatah no ha aceptado la derrota, mientras Hamás está convencida de que hay elementos dentro de ella que están coludidos con los israelíes y estadounidenses para derribar su gobierno.

Abbas sigue siendo el presidente palestino, y la Ley Básica lo convierte en comandante de todas las fuerzas de seguridad palestinas. No obstante, si bien la mayoría de éstas le son fieles, en los últimos años Hamás ha creado una estructura de seguridad alternativa alrededor de una "Fuerza Operativa" de cerca de 4000 miembros. Es más, ha anunciado sus planes de reclutar otros 1500 hombres en Cisjordania, que es la plaza fuerte de Fatah. En las últimas semanas, los dos bandos se han enfrentado con frecuencia en la Franja de Gaza, elevando aún más las tensiones.

Las confrontaciones ocurren en momentos que Abbas intenta persuadir a Hamás de que modere su postura anti-israelí y se alíe con Fatah en un gobierno de unidad nacional. Abbas cree que la aceptación de Hamás de entrar en negociaciones con Israel es la única manera de acabar con las sanciones internacionales que están devastando la sociedad palestina.

A pesar de esto, ambos lados están acumulando fuerzas. Los informes de inteligencia sugieren que Hamás está contrabandeando armas y explosivos desde el Sinaí a la Franja de Gaza, a un ritmo acelerado. Estados Unidos, Israel y algunos gobiernos árabes tienen planes de armar y entrenar a las fuerzas leales a Abbas, especialmente a su guardia presidencial, con el fin de prepararlas en Gaza para una confrontación con Hamás, que creen inevitable.

Israel está sopesando el pedido de Abbas de transferir armas y municiones desde Egipto y Jordania, con la esperanza de fortalecer sus fuerzas leales. Existe también la propuesta estadounidense de permitir que la Brigada Badr –un ala del Ejército de Liberación Palestino actualmente estacionada en Jordania- se reubique en los territorios palestinos, como fuerza de reacción rápida de Abbas en Gaza, previendo una temida guerra civil. La Brigada Badr está formada por varios miles de palestinos, la mayoría de ellos experimentados activistas de la OLP.

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Mientras prosiguen estas maniobras, Israel y Egipto colaboran para apuntalar a Abbas y Fatah. Con la Franja de Gaza en su patio trasero, Egipto ya ha mediado varias veces entre Hamás y Fatah, y ha intentado -hasta el momento sin éxito- de arreglar un intercambio de prisioneros con Israel, tras el secuestro por Hamás del soldado israelí Gilad Shalit.

Sin embargo, el gobierno egipcio está enfadado con este movimiento por su oposición a la formar un gobierno de coalición. De hecho, la captura de Shalit profundizó el quiebre entre Hamás y Fatah, que cree que el secuestro fue una puesta en escena para sabotear las conversaciones acerca de un gobierno de unidad nacional.

En términos más generales, a Egipto le preocupa que Gaza se radicalice políticamente y pueda llegar a convertirse en un "Hamástán", pues teme que ello dé impulso a sus propios radicales islámicos, contra los que el gobierno lleva mucho tiempo luchando.

También le preocupa una posible guerra civil entre Hamás y Fatah. Aunque Hamás ha descartado esta posibilidad, no ha dudado en usar la fuerza bruta contra sus oponentes. De manera similar, el Ministro de Exteriores Mahmoud Al-Zahar del gobierno liderado por Hamás dice que la disolución del gobierno o el llamado a elecciones anticipadas por parte de Abbas precipitarían una guerra civil. Los temores de que se produzcan luchas masivas ya han hecho que muchos palestinos huyan a Egipto, por lo que este país ha desplegado tropas en la frontera para controlar un potencial éxodo masivo.

Mientras tanto, a Israel le inquieta el que Hamás haya consolidado su presencia militar en Gaza, tanto en términos de fortificaciones como de redes capaces de lanzar cohetes Qassam a los pueblos israelíes vecinos. Israel tal vez no desee esperar a Abbas y sus fuerzas, sino iniciar una intervención de gran escala para debilitar a Hamás.

¿Pueden Hamás y Fatah dejar de lado sus diferencias y formar un gobierno de unidad?

Abbas dice que si no se acuerda un gobierno de coalición en las próximas dos semanas, disolverá el gobierno actual, algo que Hamás no tolerará. Sin embargo, es poco probable que la formación de un gobierno de coalición reduzca la tensión entre ambas organizaciones. Posiblemente surjan nuevas confrontaciones en cuanto se forme un nuevo gobierno.

No deja de ser irónico el que, tal vez, la manera más eficaz de evitar una confrontación de gran escala entre Fatah y Hamás sea una incursión israelí en Gaza. Enfrentar a los israelíes juntos es la única manera de que los grupos palestinos rivales pospongan su propio y sangriento choque.

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