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¿Hemos evitado la bala del estancamiento secular?

WASHINGTON, DC – En 2016, Robert Gordon de la Northwestern University publicó su magnum opus de más de 700 páginas, Ascenso y caída del crecimiento en Estados Unidos. Dos años después, cuando no sólo Estados Unidos sino toda la economía mundial experimentan una aceleración sincronizada del crecimiento, el segundo sustantivo en el título de Gordon parece, cuando menos, excesivamente pesimista.

El principal argumento de Gordon era que el siglo posterior a la Guerra Civil en Estados Unidos -de aproximadamente 1870 a 1970- trajo consigo una revolución económica sin precedentes, en tanto innovaciones como la electricidad y el agua canalizada rápidamente aumentaron la productividad y transformaron el estilo de vida de la gente. En su opinión, las innovaciones de hoy -especialmente en el terreno de la tecnología digital, el aprendizaje automático y la inteligencia artificial- pueden ser asombrosas, pero no tienen el mismo potencial enorme de aumentar la productividad. Gordon es, esencialmente, un pesimista del lado de la oferta, aunque también señala que la desigualdad de ingresos puede actuar como un obstáculo para el crecimiento, al reducir la demanda efectiva.

Otra visión sombría sobre el crecimiento futuro, presentada por el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos Lawrence H. Summers después de la crisis económica global, tiene una connotación decididamente más keynesiana o "del lado de la demanda". La teoría de Summers del "estancamiento secular" (un término utilizado por primera vez por el economista Alvin Hansen en 1938) sostiene que, en Estados Unidos, el deseo de ahorrar supera crónicamente el deseo de gastar en inversiones que mejoren el crecimiento.

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