BERLÍN – Desde 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial, la Unión Europea ha afrontado una sucesión de crisis: la crisis griega en marcado aumento, el revanchismo ruso en Ucrania y la crisis de los refugiados en el Mediterráneo (inextricablemente vinculada con la crisis regional en Oriente Medio y las diversas guerras de África). Dichas crisis han representado unas presiones para la capacidad de los poderes y las instituciones de la UE que han llegado hasta sus límites y más allá, razón por la cual la reacción de Europa ha sido tan bochornosamente débil.
La ineficacia de las instituciones y estructuras existentes frente a las amenazas actuales está poniendo en peligro ahora la legitimidad de la UE, porque los ciudadanos de Europa están pidiendo soluciones que la UE evidentemente no puede –y en parte no quiere– dar. Una consecuencia de ello es la erosión del apoyo a la UE entre los electorados de sus Estados miembros.
Y el ritmo de dicha erosión podría acelerarse en los dos próximos años. Ahora parece seguro que el Reino Unido celebrará en 2016 un referéndum sobre su permanencia en la UE y un partido de extrema izquierda, decidido, como en Grecia, a eludir los rigores de la reforma económica, podría vencer en las próximas elecciones generales de España que se celebrarán en el otoño próximo.
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Despite an increasingly challenging economic and geopolitical environment, the global economy performed better than expected over the past year. But although analysts’ projections for 2023 were too pessimistic, it appears that consensus forecasts for the coming year may have have swung too far in the opposite direction.
worries that domestic political divisions and market volatility could exacerbate financial vulnerabilities.
If COP28 is to be judged a success, the UAE, as the summit’s host, and other hydrocarbon producers should promise to dedicate some of the windfall oil and gas profits they earned last year to accelerating the green transition in the Global South. Doing so could encourage historic and current emitters to pay their fair share.
urges oil-exporting countries to kickstart a program of green investment in the Global South at COP28.
BERLÍN – Desde 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial, la Unión Europea ha afrontado una sucesión de crisis: la crisis griega en marcado aumento, el revanchismo ruso en Ucrania y la crisis de los refugiados en el Mediterráneo (inextricablemente vinculada con la crisis regional en Oriente Medio y las diversas guerras de África). Dichas crisis han representado unas presiones para la capacidad de los poderes y las instituciones de la UE que han llegado hasta sus límites y más allá, razón por la cual la reacción de Europa ha sido tan bochornosamente débil.
La ineficacia de las instituciones y estructuras existentes frente a las amenazas actuales está poniendo en peligro ahora la legitimidad de la UE, porque los ciudadanos de Europa están pidiendo soluciones que la UE evidentemente no puede –y en parte no quiere– dar. Una consecuencia de ello es la erosión del apoyo a la UE entre los electorados de sus Estados miembros.
Y el ritmo de dicha erosión podría acelerarse en los dos próximos años. Ahora parece seguro que el Reino Unido celebrará en 2016 un referéndum sobre su permanencia en la UE y un partido de extrema izquierda, decidido, como en Grecia, a eludir los rigores de la reforma económica, podría vencer en las próximas elecciones generales de España que se celebrarán en el otoño próximo.
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