greeks celebrate no vote Chris Stowers/ZumaPress

El “No” de Grecia no es ninguna victoria para la democracia

PARÍS – A pesar de lo que muchos andan diciendo (especialmente quienes no tienen que cargar con las consecuencias de sus palabras), el rechazo de los votantes griegos el domingo a la última oferta de rescate de sus acreedores no fue una “victoria de la democracia”. Como los griegos saben mejor que nadie, la democracia implica mediación, representación y delegación ordenada del poder. No suele ser un asunto de referendos.

Los referendos se dan solamente en circunstancias excepcionales, cuando a los gobernantes se les acaban las ideas, han perdido la confianza de su electorado o los enfoques usuales dejan de funcionar. ¿Fue ese el caso de Grecia? ¿Era tan débil la posición del Primer Ministro Alexis Tsipras que no tenía otra opción que escurrir el bulto recurriendo a esa forma extraordinaria de democracia que es el referendo? ¿Qué ocurriría si los socios de Grecia rompieran las conversaciones y exigieran una semana para que el pueblo decida cada vez que tuvieran que tomar decisiones ante las que les faltara la valentía necesaria?

Se dice a menudo (y con razón) que Europa es demasiado burocrática, complicada y lenta como para tomar decisiones. Lo menos que se puede decir de la actitud de Tsipras es que no ayuda a compensar estos defectos. (Se podría decir mucho más si acaba por motivar a los ciudadanos españoles a que tomen la arriesgada decisión de elegir un gobierno encabezado por Podemos, su propio partido antiausteridad).

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