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Política global para una economía globalizada

WASHINGTON, DC – Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta mitad de los años 2010, la globalización económica progresó implacablemente a través del comercio expandido, la proliferación de los flujos de capital, una comunicación más rápida (y más barata) y, en menor medida, la migración humana. Sin embargo, aun cuando estas conexiones se han profundizado y multiplicado, la economía global ha seguido siendo, esencialmente, una colección de economías nacionales, cada una de ellas integrada en la política nacional. Esto ahora está cambiando.

En los países democráticos que han dado luz al capitalismo de mercado que domina el mundo hoy, los ladrillos de la economía –tributación, gasto público y marcos regulatorios- son implementados por la legislatura e interpretados por el sistema legal. Esto les otorga legitimidad, a ellos y a las actividades económicas que facilitan.

Pero se está produciendo un cambio: los mercados globales ya son más importantes que los mercados nacionales para los países pequeños y medianos, y la misma situación se está por producir en las economías grandes. En menos de diez años, será el gran mercado mundial, en lugar de los mercados nacionales, el que asigne el capital, el financiamiento y la mano de obra calificada. Muchas empresas serán verdaderamente multinacionales, con oficinas centrales situadas en un lugar (probablemente donde las responsabilidades fiscales se puedan minimizar), mientras que la producción y las ventas se realizan esencialmente en otra parte, y los gerentes y trabajadores provienen de todo el mundo.

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