Pupils at Saint Denis Ssebugwawo Secondary School Stuart Price/Getty Images

Occidente y sus promesas quebrantadas de ayuda a la educación

NUEVA YORK – La Alianza Mundial para la Educación (AME), una loable iniciativa loable que es capaz de promover la educación en 65 países de bajos ingresos atraviesa por lo que en la jerga de la asistencia para el desarrollo se denomina como una “ronda de reposición”, lo que significa que está pidiendo a los gobiernos donantes que depositen nuevamente fondos en sus arcas. Sin embargo, el hecho de que la AME mendigue para recibir meras migajas – apenas un $1 mil millones por año – pone en evidencia la farsa que es el compromiso de los gobiernos occidentales con el programa Educación para Todos.

Estados Unidos y la Unión Europea nunca se han preocupado demasiado por dicho programa. Cuando se trata de enfermedades, a veces han estado dispuestos a invertir para frenar o detener epidemias como el SIDA, la malaria y el Ébola, tanto para salvar vidas como para evitar que las enfermedades lleguen a sus propios países. Pero, cuando se trata de educación, muchos países en Occidente están más interesados ​​en construir muros y campos de detención que escuelas.

La AME lleva a cabo un trabajo excelente en cuanto a promover la educación primaria en todo el mundo. Los países donantes, la totalidad de los cuales se comprometieron con el programa Educación para Todos hace mucho tiempo atrás, deberían demandar a gritos ayuda para una de las organizaciones más efectivas del mundo en el logro de ese objetivo. No obstante, los donantes generosos son pocos y guardan distancias entre sí.

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