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La disrupción comercial es un síntoma de un malestar más profundo

NUEVA YORK – Es solo cuestión de tiempo hasta que la escalada de las tensiones entre China y Estados Unidos lleve a muchos más economistas a advertir sobre una recesión económica global inminente, combinada con una inestabilidad financiera. El 5 de agosto, Bloomberg News dijo que la curva de rendimiento, una métrica de mercado mirada muy de cerca, “Anuncia la advertencia de recesión estadounidense más estrepitosa desde 2007”. Y Larry Summers, un ex secretario del Tesoro de Estados Unidos que también estuvo íntimamente involucrado en los esfuerzos de gestión de crisis en 2008-09, recientemente tuiteó que “bien podemos estar en el momento financiero más peligroso… desde 2009”.

Muchos economistas sostienen que resolver las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China es la mejor manera de evitar una disrupción económica y financiera global importante. Sin embargo, si bien es necesaria, estaría lejos de ser suficiente.

No me malinterpreten: el foco en el deterioro de las relaciones entre China y Estados Unidos es absolutamente entendible. Después de todo, el agravamiento de su disputa aumenta el riesgo de una guerra comercial que, sumada a una guerra monetaria, conduciría a resultados proteccionistas (es decir, donde todos salen perdiendo) que se propagarían por toda la economía global. Ante un deterioro de las perspectivas de crecimiento, en cierto países saldrían a la luz cuestiones vinculadas a la deuda y al apalancamiento, sumando inestabilidad financiera a un cóctel económico que ya es nocivo. Y ahora que la disputa entre Estados Unidos y China se extiende más allá de la economía e incluye cuestiones de seguridad nacional y de política doméstica, el mejor escenario para el comercio es una serie de treguas; el resultado más probable es una escalada de las tensiones. 

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