MÚNICH – Hace unos meses Alemania se preparaba para un duro invierno. Cuando Rusia cortó la provisión de gas natural a Europa y los precios más que se duplicaron, los funcionarios alemanes advirtieron que podía haber cortes eléctricos y suspensiones escalonadas del servicio. Se dice que algunas ciudades planeaban convertir instalaciones deportivas en «salones calefaccionados» para pobres y ancianos, y los medios especulaban sobre el racionamiento energético... pero esas predicciones no se materializaron. Frente a un desafío histórico, Alemania demostró tener una capacidad de recuperación superior a la que muchos le atribuían.
De todas formas, el país sigue en pánico. En vez de preocuparse por conseguir calentadores de gas, sin embargo, los alemanes siguen atribulados por el fantasma de la desindustrialización. No pasa un día sin que algún medio informativo o instituto de investigación prediga que los cierres de fábricas y el auge de China llevarán al país a la ruina. El banco estatal Kreditanstalt für Wiederaufbau advirtió recientemente que Alemania enfrenta «una era de prosperidad decreciente». Y Yasmin Fahimi, directora de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), advirtió que la crisis energética conducirá a la desindustrialización y los despidos masivos.
Mientras tanto, el Centro Europeo de Investigaciones Económicas (ZEW) de Mannheim afirmó que Alemania es la «gran perdedora» de la economía mundial actual: ocupa el puesto 18 entre los 21 países industriales de su índice de competitividad. Otros expertos advirtieron que la suba de los costos energéticos obligará a las empresas manufactureras a mudar sus operaciones a Europa Oriental y Estados Unidos en respuesta al proteccionismo estadounidense.
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At the end of European Communism, there was a widespread, euphoric hope that freedom and democracy would bring a better life; eventually, though, many lost that hope. The problem, under both Communism and the new liberal dispensation, was that those pursuing grand social projects had embraced ideology instead of philosophy.
considers what an Albanian Marxist philosopher can tell us about liberty in today's world.
For the US, Slovakia's general election may produce another unreliable allied government. But instead of turning a blind eye to such allies, as President Joe Biden has been doing with Poland, or confronting them with an uncompromising stance, the US should spearhead efforts to help mend flawed democracies.
reflect on the outcome of Slovakia's general election in the run-up to Poland's decisive vote.
MÚNICH – Hace unos meses Alemania se preparaba para un duro invierno. Cuando Rusia cortó la provisión de gas natural a Europa y los precios más que se duplicaron, los funcionarios alemanes advirtieron que podía haber cortes eléctricos y suspensiones escalonadas del servicio. Se dice que algunas ciudades planeaban convertir instalaciones deportivas en «salones calefaccionados» para pobres y ancianos, y los medios especulaban sobre el racionamiento energético... pero esas predicciones no se materializaron. Frente a un desafío histórico, Alemania demostró tener una capacidad de recuperación superior a la que muchos le atribuían.
De todas formas, el país sigue en pánico. En vez de preocuparse por conseguir calentadores de gas, sin embargo, los alemanes siguen atribulados por el fantasma de la desindustrialización. No pasa un día sin que algún medio informativo o instituto de investigación prediga que los cierres de fábricas y el auge de China llevarán al país a la ruina. El banco estatal Kreditanstalt für Wiederaufbau advirtió recientemente que Alemania enfrenta «una era de prosperidad decreciente». Y Yasmin Fahimi, directora de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), advirtió que la crisis energética conducirá a la desindustrialización y los despidos masivos.
Mientras tanto, el Centro Europeo de Investigaciones Económicas (ZEW) de Mannheim afirmó que Alemania es la «gran perdedora» de la economía mundial actual: ocupa el puesto 18 entre los 21 países industriales de su índice de competitividad. Otros expertos advirtieron que la suba de los costos energéticos obligará a las empresas manufactureras a mudar sus operaciones a Europa Oriental y Estados Unidos en respuesta al proteccionismo estadounidense.
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