German Chancellor Angela Merkel and French President Emmanuel Macron address a joint press conference TOBIAS SCHWARZ/AFP/Getty Images

La trampa de las reglas alemanas

PARIS – Europa tiene un nuevo problema alemán. A diferencia de los tiempos pasados, no se origina en ambiciones hegemónicas ni del tipo de debilidad que podría tentar a una agresión. No, tiene relación con la renuncia de Alemania a cualquier sentido de responsabilidad en común para Europa, a pesar de ostentar una economía tan robusta como la que ha tenido desde 1945. El resultado de esta actitud (“haced como nosotros o dejadnos solos”) lleva a la inercia, en momentos que Europa necesita desesperadamente un impulso.

Por largo tiempo, Europa estuvo en el centro de las preocupaciones alemanas. Por ejemplo, en 1994 Wolfgang Schäuble (entonces líder parlamentario de la Unión Demócrata Cristiana y hoy Presidente del Bundestag) y su colega de la CDU Karl Lamers escribieron un artículo llamando a los países “centrales” de la UE, incluida Francia, a avanzar con rapidez hacia una mayor integración, también en términos de la unión política.

Francia resistió la presión de Alemania porque era extremadamente suspicaz del federalismo político. El entonces presidente Francois Mitterand no quería ir más allá del marco del Tratado de Maastricht. Tras la crisis de la eurozona de 2010, el debate pasó a la necesidad de reformas estructurales. Francia era partidaria de una mayor integración económica, pero Alemania condicionó todo debate sobre el futuro de la eurozona a las reformas estructurales francesas. El presidente Francois Hollande aceptó en principio ese intercambio, pero careció de tiempo y poyo político para hacerlo realidad.

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