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El peligro de una Europa post-alemana

MADRID – Por dos siglos ya, la “cuestión alemana”: cómo contener una Alemania expansiva en virtud de su superficie, su capacidad de producción y su situación geográfica en el corazón de Europa, ha sido objeto de preocupación, y ha provocado espantosos enfrentamientos bélicos. Hoy, las complejas negociaciones para formar gobierno nos sitúan en un escenario novedoso. Los dirigentes europeos temen la ausencia de liderazgo alemán en la guía y defensa de Europa en el mundo globalizado.

Desde la Segunda Guerra Mundial, Europa se ha esforzado por anclar firmemente Alemania en el entramado institucional de la Unión. Desde el Tratado de Roma que estableció la Comunidad Económica Europea, al Tratado de Maastricht que creó la Unión Europea y la eurozona, Alemania ha sido uno de los dos pilares del crítico eje que junto con Francia cimenta el núcleo del proyecto europeo.

A comienzos de los años 2000, tras superar los retos de la unificación, Alemania proyectaba una poderosa influencia sobre Europa. Mientras, Francia dudaba de avanzar en la integración, incertidumbre esta que cuajó en el voto contrario a la Constitución Europea, en 2005. Y ahí arranca la era de hegemonía alemana.

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