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Hiroshima debe ser ocasión para el desarme nuclear verdadero

GINEBRA – Del 19 al 21 de mayo, los líderes de los países del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), junto con altos representantes de la Unión Europea, mantendrán una reunión cumbre en Hiroshima (Japón). Para muchos de ellos será la primera visita a la ciudad, una de las dos donde en agosto de 1945 se usaron armas nucleares. Y puesto que desde el final de la Guerra Fría nunca hubo tanto riesgo nuclear como hoy, no es esta una ocasión para tratar de pasar como nuevas las mismas políticas de no proliferación de las últimas décadas, sino que los líderes del G7 deben comprometerse con medidas de desarme concretas y creíbles, basadas en la prohibición de las armas nucleares.

El primer ministro japonés Fumio Kishida es miembro de una familia de políticos procedente de Hiroshima, y algunos de sus parientes murieron en el bombardeo de 1945; decidió que la cumbre del G7 tuviera lugar en esa ciudad precisamente por su historia. En vista de la invasión rusa de Ucrania y de las posteriores fanfarronadas nucleares del Kremlin, el mantenimiento de la paz internacional y la búsqueda del desarme nuclear serán temas prioritarios en la agenda de la reunión. Además, Kishida tiene la mirada puesta en la península coreana, donde en los primeros meses de 2023 Corea del Norte siguió intensificando sus pruebas de misiles, y donde Estados Unidos y Corea del Sur organizaron ejercicios militares conjuntos con la participación de aeronaves con capacidad nuclear.

Nunca es exagerado señalar la amenaza global de las armas nucleares. Por la magnitud de la devastación que causan y por la persistencia de su legado radioactivo, son las armas más destructivas, inhumanas e indiscriminadas que se hayan creado. Su uso tendría un impacto ambiental enorme; e incluso un conflicto nuclear limitado provocaría hambruna a gran escala. Conscientes del alcance de estas consecuencias, en enero de 2022 cinco de las nueve potencias nucleares declararon «que una guerra nuclear no se puede ganar y no se debe librar», postura que luego hicieron propia los líderes del G7 en el comunicado que emitieron el año pasado desde Elmau (Alemania).

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