PRAGA – El libre comercio internacional es la oportunidad más grande de mejorar el bienestar humano en la próxima década y media. Ya ayudó a sacar de la pobreza a más de mil millones de personas en el último cuarto de siglo. Y en los próximos quince años, reducir más las barreras al comercio puede duplicar el ingreso medio de las regiones más pobres del mundo.
Sí, el libre comercio conlleva costos que hay que encarar mejor; pero son ampliamente superados por los beneficios. Sin embargo, en los países ricos, hoy los ánimos están en su contra. Es trágico que así sea.
En ningún lugar la oposición al libre comercio es más clara que en Estados Unidos. Sin importar quién venza la elección presidencial de noviembre, el próximo ocupante de la Casa Blanca será un escéptico en la materia. Tanto Hillary Clinton como Donald Trump se oponen a la mayor iniciativa comercial lanzada por el gobierno del presidente Barack Obama (el Acuerdo Transpacífico – ATP – con otros once países de la Cuenca del Pacífico) y los dos quieren revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que está en vigor desde 1994.
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Artificial intelligence is being designed and deployed by corporate America in ways that will disempower and displace workers and degrade the consumer experience, ultimately disappointing most investors. Yet economic history shows that it does not have to be this way.
worry that the technology will be deployed to replace, rather than empower, humans.
Amid labor-supply constraints and economic shocks, the case for productivity-boosting interventions is clear. Unless US policymakers use a combination of investment and incentives to reverse negative productivity trends, the US will achieve modest growth, at best.
urge policymakers to pursue interventions aimed at reducing supply constraints in the non-tradable sector.
PRAGA – El libre comercio internacional es la oportunidad más grande de mejorar el bienestar humano en la próxima década y media. Ya ayudó a sacar de la pobreza a más de mil millones de personas en el último cuarto de siglo. Y en los próximos quince años, reducir más las barreras al comercio puede duplicar el ingreso medio de las regiones más pobres del mundo.
Sí, el libre comercio conlleva costos que hay que encarar mejor; pero son ampliamente superados por los beneficios. Sin embargo, en los países ricos, hoy los ánimos están en su contra. Es trágico que así sea.
En ningún lugar la oposición al libre comercio es más clara que en Estados Unidos. Sin importar quién venza la elección presidencial de noviembre, el próximo ocupante de la Casa Blanca será un escéptico en la materia. Tanto Hillary Clinton como Donald Trump se oponen a la mayor iniciativa comercial lanzada por el gobierno del presidente Barack Obama (el Acuerdo Transpacífico – ATP – con otros once países de la Cuenca del Pacífico) y los dos quieren revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que está en vigor desde 1994.
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