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La constitución de Francia a prueba

PARÍS – Era casi una obviedad: cualquiera fuera el partido que ganara la elección presidencial de abril en Francia, los votantes iban a elegir parlamentarios de ese mismo partido en la elección legislativa de este mes. Pero al dejar sin mayoría absoluta en la Asamblea Nacional a la coalición centrista del presidente Emmanuel Macron, el electorado se apartó del guión usual, planteando al hacerlo un enorme desafío al sistema político francés.

Aunque la constitución estipula que «El Gobierno determinará y dirigirá la política de la Nación», los votantes franceses muestran escaso interés en las elecciones para la Asamblea Nacional. Se preveía una participación minúscula, y así fue: al menos el 70% de los votantes de entre 18 y 34 años de edad se quedaron en casa. Hasta ahí era predecible.

Pero el resultado inesperado de esta elección muestra que incluso sistemas políticos muy estables pueden llegar a un punto de quiebre. La elección presidencial reveló un país dividido en tres bloques aproximadamente iguales en tamaño: la extrema izquierda, el centro más moderado y la extrema derecha. El líder de la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, tuvo la habilidad de conformar una alianza improbable y hacer campaña bajo el eslogan «elegidme primer ministro». Macron no perdió ocasión de mostrar el grado de su distracción (al punto de que no indicó cómo deseaba que los votantes eligieran entre extrema izquierda y extrema derecha). Y acaso lo más importante, los votantes franceses están muy insatisfechos.

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