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La cooperación internacional necesita fondos

NUEVA YORK – La provisión actual de bienes y servicios públicos en los niveles global y regional es peligrosamente inadecuada. El sistema de las Naciones Unidas, la Unión Europea y otros organismos multilaterales están bajo fuerte presión, porque sus presupuestos no están a la altura de sus responsabilidades.

Aunque unos pocos ideólogos del libre mercado todavía sostengan que hay que dejar que corporaciones motivadas por el lucro dirijan el mundo sin intervención estatal, la experiencia demuestra lo contrario. El Estado es esencial para la provisión de acceso universal a servicios vitales como la salud y la educación; infraestructuras (por ejemplo, autopistas, ferrocarriles y redes de distribución eléctrica); y financiación para la investigación científica y las primeras etapas del desarrollo tecnológico. También es necesario para cobrar impuestos a los ricos y transferir ingresos a los pobres. De lo contrario, nuestras sociedades se volverán peligrosamente desiguales, injustas e inestables (como está pasando hoy en Estados Unidos).

En los países exitosos de altos ingresos, el Estado cobra al menos el 25% del producto nacional en impuestos para desempeñar estas funciones. En las economías más exitosas del mundo, entre las que se destacan las socialdemocracias del norte de Europa, el Estado recauda en impuestos alrededor del 50% del producto nacional. Estos ingresos se usan para tres funciones vitales: provisión de servicios públicos, inversiones públicas y transferencias de los ricos a los pobres.

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