Fed chair Janet Yellen Yin Bogu/ZumaPress

Los mercados en ascenso tras la subida de los tipos de interés por la Reserva Federal

NUEVA YORK – La perspectiva de que la Reserva Federal de los Estados Unidos comience en este año a abandonar los tipos de interés oficiales, situados en el nivel de cero, ha inspirado un temor en aumento a una nueva inestabilidad en los mercados de divisas, bonos y valores. Se trata de una preocupación comprensible: cuando la Reserva Federal indicó en 2013 que estaba próximo el fin de su relajación cuantitativa, la conmoción resultante mandó ondas expansivas a través de los mercados financieros y las economías de muchos países en ascenso.

De hecho, se teme que el aumento de los tipos de interés en los Estados Unidos y el consiguiente aumento del valor del dólar podrían causar estragos entre los gobiernos, las entidades financieras, las grandes empresas e incluso los hogares de los mercados en ascenso. Como todos ellos han recibido en los últimos años billones de dólares prestados, ahora afrontarán un aumento del valor real de esas deudas en las monedas locales, mientras que el aumento de los tipos de interés de los EE.UU. hará subir los de los mercados en ascenso, con lo que los costos del servicio de la deuda aumentarán aún más.

Pero, aunque es probable que la perspectiva de que la Reserva Federal aumente los tipos de interés provoque una importante turbulencia en los mercados financieros de los países en ascenso, el riesgo de crisis y dificultades a las claras es más limitado. Para empezar, mientras que la conmoción de 2013 tomó los mercados por sorpresa, no ocurrirá lo mismo con la intención por parte de la Reserva Federal de empezar a subir los tipos de interés este año, manifestada claramente a lo largo de muchos meses. Además, es probable que la Reserva Federal comience a aumentar los tipos de interés más adelante y más despacio que en ciclos anteriores, reaccionando gradualmente a las señales indicadoras de un crecimiento económico lo bastante sólido en los EE.UU. para sostener unos mayores costos de endeudamiento. Ese mayor crecimiento beneficiará a los mercados en ascenso que exportan bienes y servicios a los EE.UU.

Otra razón para que no cunda el pánico es la de que, en comparación con 2013, cuando los tipos de interés oficiales estaban bajos en muchas economías en ascenso frágiles, los bancos centrales ya han endurecido en gran medida su política monetaria. Como en muchas de esas economías los tipos de interés oficiales han llegado ya –o están próximos a encontrarse– en niveles de dos cifras, ahora las autoridades no van retrasadas como en 2013. También se han endurecido las políticas fiscales y crediticias, con lo que se han reducido los grandes déficits fiscales y por cuenta corriente y, en comparación con 2013, cuando las divisas, las acciones, los productos básicos y los precios de los bonos estaban demasiado altos, ya ha habido una corrección en la mayoría de los mercados en ascenso, por lo que, cuando actúe la Reserva Federal, no serán necesarios otros ajustes importantes.

Por encima de todo, la mayoría de los mercados en ascenso están financieramente más sólidos en la actualidad que hace uno o dos decenios, cuando las fragilidades financieras provocaron crisis de las divisas, de la banca y de las deudas soberanas. Ahora la mayoría de ellos tienen tipos de cambio flexibles, con lo que no resultan tan vulnerables ante un desplome perturbador de los tipos de cambio fijos, además de reservas abundantes para protegerlos de movimientos especulativos contra sus divisas,  la deuda estatal y los depósitos bancarios. Además, la mayoría de ellos tienen una proporción relativamente menor de la deuda en dólares respecto de la deuda en la divisa local que hace un decenio, con lo que, cuando esta última se deprecie, el aumento de su carga de la deuda será limitado. Sus sistemas financieros suelen estar también más sólidos, con más capital y liquidez que cuando experimentaron crisis bancarias, y la mayoría de ellos, con pocas excepciones, no padecen problemas de solvencia: aunque las deudas pública y privada han ido aumentando en los últimos años, lo han hecho a partir de niveles relativamente bajos.

En realidad,  los problemas financieros graves de varias economías en ascenso –en particular las de los productores de petróleo y productos básicos expuestas a la desaceleración de China– nada tienen que ver con lo que haga la Reserva Federal. El Brasil, que experimentará una recesión y una inflación elevada este año, se quejó cuando la Reserva Federal lanzó la relajación cuantitativa y después cuando la detuvo. La mayoría de sus problemas son autoinfligidos, consecuencia de unas políticas monetarias, fiscales y crediticias laxas, que ahora se deben endurecer durante el primer gobierno de la Presidenta Dilma Roussel.

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Tampoco los problemas de Rusia reflejan las repercusiones de las políticas de la Reserva Federal. Su economía padece las consecuencias de la bajada de los precios del petróleo y de las sanciones internacionales impuestas a raíz de su invasión de Ucrania y de la guerra, que, a consecuencia  de la grave recesión y la depreciación de la divisa consiguientes, obligará a este último país a reestructurar ahora su deuda exterior, ya insostenible.

Asimismo, Venezuela estuvo acumulando grandes déficits fiscales y tolerando una inflación elevada incluso cuando los precios del petróleo eran superiores a los cien dólares por barril; con los precios actuales podría tener que suspender los pagos de su deuda pública, a no ser que China decida rescatarla. De forma semejante, algunas de las tensiones económicas y financieras afrontadas por Sudáfrica, la Argentina y Turquía son consecuencia de políticas deficientes e incertidumbres políticas internas, no de la actuación de la Reserva Federal.

En una palabra, el abandono por la Reserva Federal de los tipos de interés oficiales en el nivel de cero causará diversos problemas a las economías con mercados en ascenso que tienen grandes necesidades de endeudamiento interno y externo, grandes volúmenes de deuda denominada en dólares y fragilidades normativas y macroeconómicas. La desaceleración económica de China, junto con el fin del excelente ciclo de los productos básicos, creará otras dificultades para las economías en ascenso, la mayoría de las cuales no han aplicado las reformas estructurales necesarias para impulsar su crecimiento potencial.

Pero una vez más esos problemas son autoinfligidos y muchas economías en ascenso tienen fundamentos macroeconómicos y estructurales más fuertes, lo que les brindará una mayor capacidad de resistencia cuando la Reserva Federal aumente los tipos de interés. Cuando así sea, algunas sufrirán más que otras, pero, con algunas excepciones carentes de importancia sistémica, no tiene por qué haber dificultades y crisis generalizadas.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

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