OXFORD – Las “noticias falsas” se han convertido en el centro del debate sobre el futuro del periodismo; compiten por la atención del público tramas en las que participan un vociferante presidente estadounidense, “bots” de comunicación rusos y multitud de traiciones y subterfugios. Sin embargo, en tiempos de ingresos menguantes y audiencias cada vez menores, ¿son las noticias falsas realmente la mayor amenaza que enfrentan los medios tradicionales?
En un entorno informativo cada vez más propenso a la hiperventilación, puede resultar difícil separar la realidad del contenido inventado o deliberadamente sesgado que se divulga a través de las redes sociales. La proliferación de “bots” (programas informáticos que propagan automáticamente la desinformación) ha desdibujado aún más estos límites. Y, a medida que los métodos de manipulación se multiplican, solo cabe esperar que el problema empeore.
Sin embargo, el casi constante foco de atención en las noticias falsas ha distraído a muchos en este sector de los desafíos más serios que enfrenta el periodismo profesional. La erosión de los modelos de negocio y la creciente dependencia de terceros distribuidores digitales, como Facebook y Google, han maniatado a los medios de comunicación y reducido seriamente sus ganancias. Y lo que es peor, las audiencias ya no confían en la información que se les ofrece. Todo esto indica que el problema va más allá de las noticias falsas.
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There are four reasons to worry that the latest banking crisis could be systemic. For many years, periodic bouts of quantitative easing have expanded bank balance sheets and stuffed them with more uninsured deposits, making the banks increasingly vulnerable to changes in monetary policy and financial conditions.
show how the US central bank's liquidity policies created the conditions for runs on uninsured deposits.
When a bank fails, the first response by policymakers and the public is to blame risk-loving speculators, greedy investors, or regulators asleep at the wheel. But quenching our thirst for moral adjudication is a poor basis for policy, because the truth is both simpler and more troubling.
argues that recent market turmoil has revealed that the sector’s main vulnerability is unavoidable.
OXFORD – Las “noticias falsas” se han convertido en el centro del debate sobre el futuro del periodismo; compiten por la atención del público tramas en las que participan un vociferante presidente estadounidense, “bots” de comunicación rusos y multitud de traiciones y subterfugios. Sin embargo, en tiempos de ingresos menguantes y audiencias cada vez menores, ¿son las noticias falsas realmente la mayor amenaza que enfrentan los medios tradicionales?
En un entorno informativo cada vez más propenso a la hiperventilación, puede resultar difícil separar la realidad del contenido inventado o deliberadamente sesgado que se divulga a través de las redes sociales. La proliferación de “bots” (programas informáticos que propagan automáticamente la desinformación) ha desdibujado aún más estos límites. Y, a medida que los métodos de manipulación se multiplican, solo cabe esperar que el problema empeore.
Sin embargo, el casi constante foco de atención en las noticias falsas ha distraído a muchos en este sector de los desafíos más serios que enfrenta el periodismo profesional. La erosión de los modelos de negocio y la creciente dependencia de terceros distribuidores digitales, como Facebook y Google, han maniatado a los medios de comunicación y reducido seriamente sus ganancias. Y lo que es peor, las audiencias ya no confían en la información que se les ofrece. Todo esto indica que el problema va más allá de las noticias falsas.
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