goldston8_Mohd Rasfan_AF_Getty Images_najib razak bail hearing Mohd Rasfan/AFP/Getty Images

El núcleo corrupto del populismo

NUEVA YORK – Las victorias populistas en las elecciones de los últimos años en todo el mundo han llevado a muchos a concluir que la democracia liberal está amenazada. Sin embargo, el arresto esta semana del ex Primer Ministro de Malasia bajo cargos de corrupción es una de varias señales que sugieren lo prematuro de las predicciones del declive global de la democracia liberal.

La implicancia de esta visión fatalista es que los defensores de la democracia liberal no pueden reclamar la superioridad moral sino hasta reexaminar sus propios supuestos políticos y económicos. Pero es un error creer que el ascenso de los autócratas es puramente ideológico, o que representa un rechazo generalizado de la democracia, el liberalismo o los derechos humanos o civiles. Los demagogos que están saliendo electos hoy no están motivados tanto por principios como por poder y ambición: su beneficio personal, el de sus familias y sus camarillas. Para recuperar el equilibrio a nuestro desajustado mundo es necesario que expongamos la corrupción que abunda al centro del nuevo antiliberalismo.

En Hungría, los familiares y amigos del Primer ministro Viktor Orbán se han enriquecido con préstamos estatales y contratos públicos. En el pueblo natal de Orbán, Felcsút, un aliado ha supervisado la construcción de un estadio de fútbol con capacidad para 4000 personas, a pesar de que su población total es de apenas 1600. Mientras que “la corrupción antes de 2010 era más bien una disfunción del sistema”, observa el observatorio Transparencia Internacional, “hoy forma parte del sistema”.

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