Más hechos y menos palabras

NUEVA YORK – En la política pública, las conversaciones de paz, las campañas electorales o la estrategia empresarial, exponer intenciones, promesas y compromisos nunca es suficiente. Es tan sólo un primer paso hacia un fin deseado... y totalmente carente de sentido, a no ser que se den el segundo, el tercero y todos los necesarios pasos siguientes. Además, al darse el primer paso, se pone en marcha el reloj de la confianza de los demás en que se darán de verdad los pasos siguientes o, si no, se corre el riesgo de infundir la falsa impresión de que, si no se ha alcanzado un objetivo determinado, ha sido porque las intenciones eran erróneas (o irrelevantes) y no por una ejecución inadecuada. Podemos ver ejemplos de ello prácticamente dondequiera que miremos.

Pensemos en el anuncio hecho el pasado mes de enero por el Banco Central Europeo de que aplicaría la relajación cuantitativa. En aquel momento, muchos dirigentes parecieron pensar que esa iniciativa del BCE sería suficiente: anuncio hecho, dinero acuñado, economías de nuevo encarriladas. Lamentablemente, no es así como funciona la política monetaria: la RC no será suficiente y nadie debería dar prueba de ingenuidad al respecto.

Para volver a encarrilar las economías, la RC es un paso útil, pero sólo como parte de un plan de medidas más amplio. A falta de otras reformas económicas, la RC por sí sola no puede producir los cambios necesarios para reactivar el crecimiento y, si no se aplican las reformas ni se materializa el crecimiento, es probable que los políticos lo achaquen a la RC y no a que ellos no hayan adoptado todas las medidas posteriores para avanzar hacia la recuperación económica.

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