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El Reino Unido y la Unión Europea deben evitar el daño mutuo asegurado

PARÍS – Nada se puede dar por sentado en el Reino Unido en estos días, pero es muy probable que 2020 sea el año en que finalmente ocurra la brexit. La mayoría de los ciudadanos del RU probablemente se sientan aliviados por el fin de esta aparentemente interminable agonía, mientras que la mayoría de los líderes europeos estarán agradecidos por no tener que discutir otro aplazamiento. Pero quedan preguntas.

A la pregunta de «¿quién perdió Gran Bretaña?», la respuesta debe ser, ante todo, la propia Gran Bretaña. Independientemente de los errores que puedan haber cometido los restantes 27 miembros de la Unión Europea, no se los puede responsabilizar por el extraordinario comportamiento de los tres gobiernos, igualmente chapuceros, del RU en los últimos cinco años.

Sin embargo, hay lecciones más profundas que podemos extraer de lo ocurrido en gran Bretaña. La primera, como señaló Wolfgang Münchau en el Financial Times, es que la batalla en el RU por su membresía de la UE se perdió mucho antes de pelearla. Desde la década de 1990, los principales entendidos y los medios de comunicación presentaron rutinariamente a la UE como una burocracia sofocante, obsesionada con ampliar su propio poder. Pocos políticos de alto rango se atrevieron a enfrentar esos prejuicios.

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