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La peligrosa fascinación con una banca central verde

BRUSELAS – Los banqueros centrales y los supervisores financieros de todo el mundo se centran cada vez más en un problema que normalmente está fuera de sus competencias: el cambio climático. Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco de Pagos Internacionales (el banco central para los bancos centrales) han publicado recientemente informes sobre el riesgo climático. Y, aparentemente, el Banco Central Europeo se está preparando para apuntar con dirección al llamado diferencial verde, o, en otras palabras, la diferencia en las condiciones de financiación que se ofrecen a las actividades bajas y a las actividades altas en emisiones de carbono.

Esencialmente, se brindan dos razones como justificativo para movilizar a los banqueros centrales para que ellos se centren en el cambio climático: los riesgos para la estabilidad financiera y las fallas de mercado. Pero la lógica económica y política detrás de dichas razones es débil, especialmente en Europa.

Aunque el cambio climático presenta un gran riesgo para todos, se desarrolla lentamente en el transcurso de décadas a medida que los gases de efecto invernadero (GEI) se acumulan en la atmósfera. También es probable que las medidas gubernamentales de mitigación hagan que muchos modelos de negocio “marrones” con altas emisiones de carbono sean antieconómicos a largo plazo.

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