La modesta misión de Europa

El 1º de mayo, diez nuevas naciones ingresaron en la Unión Europea, con lo que ésta pasa a estar compuesta de 25 países. Otros dos países -Rumania y Bulgaria- están negociando su ingreso y otro -Turquía- está llamando a la puerta, pero, aparte de las celebraciones de la ronda más reciente de ampliación y los preparativos para la próxima, es hora de preguntarse qué efecto tendrá la UE ampliada en los asuntos mundiales. ¿Cómo deben los demás Estados Miembros de las Naciones Unidas ver ese acontecimiento y cómo lo verán?

Para entender la importancia de lo que está sucediendo, debemos empezar liberándonos de la maldición de nuestros tiempos. Somos permanentemente víctimas -si bien anuentes- de los acontecimientos actuales, de lo que está sucediendo en cualquier momento determinado. La televisión reduce nuestros horizontes. Nadie se acuerda ya del largo plazo.

Pero sólo a largo plazo es importante en verdad el proyecto europeo. Lo es por dos razones: una relativa a sus consecuencias para la paz y los derechos humanos; la otra relativa a sus repercusiones en el comercio y el desarrollo.

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