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Europa debe hacer frente a Hungría y Polonia

NUEVA YORK – Hungría y Polonia han vetado el presupuesto de 1,15 billones de euros (1,4 billones de dólares) por siete años propuesto por la Unión Europea y el fondo de recuperación europeo por 750 000 millones de euros. Ambos países serían los más beneficiados por ese presupuesto, pero sus gobiernos se oponen tenazmente a la condicionalidad basada en el respeto del Estado de Derecho, que la UE aprobó a instancias del Parlamento Europeo. Saben que están cometiendo violaciones flagrantes en tal sentido, y no quieren pagar las consecuencias.

El rechazo del primer ministro húngaro Viktor Orbán y, en menor medida, del gobernante de facto de Polonia, Jarosław Kaczyński, no es tanto al concepto abstracto de Estado de Derecho, cuanto al hecho de que para ellos supone un límite práctico a la corrupción personal y política. El veto es una jugada desesperada de dos infractores seriales.

Es también una medida inédita, que se produjo en medio de un peligroso aumento de casos de COVID‑19 en Europa y generó confusión entre los representantes de otros países de la UE. Pero superada la conmoción, un análisis más minucioso revela que hay un modo de eludir el veto.

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