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El inminente desastre energético de Europa

PARÍS – Ocho meses después de la invasión rusa de Ucrania, la Unión Europea sigue estando lamentablemente dividida en cuanto a su respuesta en materia de política energética. En su última cumbre, el 20-21 de octubre, los líderes de los estados miembro de la UE pasaron horas discutiendo. Al final, emitieron un comunicado oficial en donde simplemente reconocían que “frente a la militarización de la energía por parte de Rusia, la Unión Europea se mantendrá unida para proteger a sus ciudadanos y empresas y tomar las medidas necesarias en carácter de urgencia. Pero la única decisión importante a la que habían llegado era incrementar las compras de gas conjuntas -e inclusive eso se produjo con algunas salvedades importantes.

Las divergencias frente a las políticas en Europa no son infrecuentes. Pero cuando azotó el COVID-19, a Francia y a Alemania sólo les llevó unos tres meses diseñar una propuesta conjunta de rescate y recuperación, e hicieron falta otros dos meses para que los estados miembro se pusieran de acuerdo sobre el correspondiente plan de endeudamiento común de la UE. Y cuando llegaron las vacunas, prácticamente no hubo ninguna discusión respecto de si comprarlas o no de manera conjunta y distribuirlas equitativamente, en proporción a la población.

En la crisis actual, las divergencias no son sólo sobre declaraciones públicas y posibles respuestas. Los datos demuestran enormes diferencias económicas entre los estados miembro de la UE. En septiembre, la inflación interanual oscilaba entre el 6,2% en Francia y el 24,1% en Estonia. Más allá de la variación en las combinaciones energéticas nacionales y en el porcentaje de energía en el consumo total, estas diferencias principalmente reflejan reacciones de políticas nacionales divergentes.

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