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Europa sigue viva

PARÍS – El Brexit es un desastre para el Reino Unido. Frente al riesgo de que ahora pierda a Escocia e Irlanda del Norte a manos de la secesión, el país parece haber aceptado la idea de que Gran Bretaña vuelva a convertirse en la “Pequeña Inglaterra”. Gran Bretaña es ese león raro que elige volverse tan pequeño como un ratón.

Sin duda, salvar el reino inglés es lo único que les importaba a los defensores del Brexit. ¿Pero qué tipo de reino tiene un primer ministro que le miente a su reina, como lo hizo Boris Johnson cuando suspendió el Parlamento el año pasado? En todo el proceso, los defensores del Brexit han exaltado al Imperio británico y a Winston Churchill. Sin embargo, se han olvidado de Karl Marx, que había deambulado antes por las calles de Londres advirtiendo que la historia termina repitiéndose como una farsa. Con Johnson en el poder, el Reino Unido está gobernado por un Churchill de pantomima. En lugar de tener un exponente de coraje, tiene al Príncipe del Cinismo –una imitación desprolija que adapta sus opiniones a cualquier cosa que sea políticamente oportuna.

Los defensores del Brexit hoy están obsesionados con la “soberanía” que supuestamente han recuperado. Sin embargo, es bien sabido que le deben su éxito en el referendo de 2016 a la interferencia rusa y a los algoritmos de las redes sociales norteamericanas. La campaña a favor de “Irse” fue un festival de cinismo y noticias falsas, liderado por charlatanes felices de que los confundieran con los demócratas más acérrimos del país. No fue tanto un momento de verdad como una mala novela que cobró vida.

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