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La estrategia europea está perdida en acción

MADRID – Cada febrero, la Conferencia de Seguridad de Múnich ofrece la oportunidad de tomar la temperatura de los asuntos internacionales, especialmente las relaciones transatlánticas. Los resultados de este año distan de ser alentadores. Los discursos y las conversaciones resaltaron, una vez más, la creciente división entre Estados Unidos y Europa, a pesar de la preocupación compartida frente a China. Quizá más indirectamente, resaltaron el regreso del mundo a la competencia de las grandes potencias –y la falta absoluta por parte de Europa de alguna estrategia accionable para transitarla.

Esto no es una novedad para los líderes de la Unión Europea. Inclusive antes de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declarara que la suya era una Comisión “geopolítica”, el imperativo de alcanzar una “autonomía estratégica” había pasado al frente del debate político. Esto sugiere que los europeos finalmente están aceptando algunas crudas verdades: la relación transatlántica cambió irrevocablemente; la competencia está desplazando a la cooperación; y Europa está en peligro de convertirse en una arena para esa competencia, en lugar de un actor en su propio derecho.

La creciente rivalidad sino-norteamericana ha resaltado este peligro. Los planes europeos de contratar al gigante de las telecomunicaciones chino Huawei para la construcción de su infraestructura 5G se ha topado con la fuerte oposición de la administración del presidente norteamericano, Donald Trump, que le prohibió la entrada a la firma a su propio mercado de telecomunicaciones, debido a cuestiones de seguridad. (Estados Unidos hoy ha acusado a Huawei y a dos de sus subsidiarias de chantaje federal y conspiración para robar secretos comerciales de empresas norteamericanas).

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