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La promesa del poder europeo

BERLÍN – A la luz de los cambios políticos mundiales en curso, en la Unión Europea se discute mucho sobre la necesidad de lograr la «autonomía estratégica». La idea en las instituciones de la UE en Bruselas y entre los líderes en París y algunas otras capitales es que con el nuevo reequilibramiento del poder político y económico en el mundo, ahora más alejado del Atlántico Norte, Europa debe desarrollar una política de seguridad y defensa más contundente para involucrarse en la región geopolíticamente cada vez más fuerte de Asia-Pacífico.

Pero Asia-Pacífico está lejos de Europa. Aun si Francia todavía cree que tiene intereses estratégicos allí a raíz de sus territorios de ultramar, ciertamente no es el caso de Europa en su conjunto. Además, incluso si Francia aspira a ser una potencia en el Pacífico, ya no cuenta con la fuerza necesaria. Hay que entender sus ambiciones de política exterior como meros ecos de una era pasada.

No estamos en el siglo XVIII o XIX. Si una potencia del siglo XXI en el Pacífico realmente tuviera designios para alguno de los territorios franceses en esa región, Francia sería incapaz de defenderlos eficazmente. Sería una situación igual a la de gran Bretaña frente al Japón durante la Segunda Guerra Mundial: totalmente dependiente de Estados Unidos.

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