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Las barreras históricas atentan contra la seguridad conjunta de los europeos

BERLÍN – Desde que Estados Unidos comenzó a reconsiderar su participación en la política mundial ha estado retirándose —estratégica y mentalmente— de muchas regiones (y orientándose hacia la región de Asia-Pacífico, especialmente hacia China, su único rival real por el liderazgo mundial en el siglo XXI). En este nuevo contexto, ¿cuáles debieran ser las aspiraciones de Europa? ¿Es la Unión Europea capaz de cubrir, al menos parcialmente, la brecha que esto crea en su seguridad?

A la hora de forjar una política para la defensa y la seguridad comunes, la UE actuó a paso de tortuga, aun cuando su retórica dio un salto adelante. A pesar de los cuatro años de euroescepticismo del expresidente estadounidense Donald Trump, del cada vez más agresivo ascenso chino y del revisionismo ruso en Europa del Este, persiste una enorme brecha entre las expectativas europeas y la realidad.

Europa es una de las regiones más ricas y tecnológicamente avanzadas del mundo y ciertamente puede permitirse avanzar en su propia estrategia de defensa y seguridad. El pensamiento europeo, sin embargo, todavía no logró unificarse en torno a esa idea. La experiencia histórica sigue influyendo demasiado, al igual que la profunda creencia en que, a la hora de la verdad, EE. UU. siempre intervendrá.

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