La eliminación de la pobreza debe seguir ocupando el primer puesto en los programas políticos de América Latina y el Caribe, donde la desigualdad es mayor que en ninguna otra región y una de cada cinco personas sobrevive con poco más de dos dólares al día (calculados con la paridad en el poder adquisitivo y el tipo de cambio de 1993).
La pobreza es un fenómeno intrínsecamente dinámico. Los pobres están encerrados en una trampa de bajo nivel de activos (o capacidad). Por eso, las medidas en pro de la reducción de la pobreza deben ir encaminadas a brindar incentivos que alienten a los pobres a adquirir activos y capacidades que les permitan escapar de la pobreza en el futuro.
Naturalmente, resulta imposible hacer incursiones importantes contra la pobreza sin crear un crecimiento económico persistente, pero, si nos basamos en los resultados económicos del continente durante los quince últimos años, no parece probable que el crecimiento por sí solo reduzca la pobreza en más del 25 por ciento en los diez próximos años. Aun cuando los dirigentes políticos lograran crear unas circunstancias que retribuyeran mejor la inversión y, por tanto, fomentaran un crecimiento más rápido, no se resolverían los males de América Latina. El alto nivel de desigualdad en los ingresos requiere medidas específicas de reducción de la pobreza.
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Since 1960, only a few countries in Latin America have narrowed the gap between their per capita income and that of the United States, while most of the region has lagged far behind. Making up for lost ground will require a coordinated effort, involving both technocratic tinkering and bold political leadership.
explain what it will take finally to achieve economic convergence with advanced economies.
Between now and the end of this decade, climate-related investments need to increase by orders of magnitude to keep the world on track toward achieving even more ambitious targets by mid-century. Fortunately, if done right, such investments could usher in an entirely new and better economy.
explains what it will take to mobilize capital for the net-zero transition worldwide.
La eliminación de la pobreza debe seguir ocupando el primer puesto en los programas políticos de América Latina y el Caribe, donde la desigualdad es mayor que en ninguna otra región y una de cada cinco personas sobrevive con poco más de dos dólares al día (calculados con la paridad en el poder adquisitivo y el tipo de cambio de 1993).
La pobreza es un fenómeno intrínsecamente dinámico. Los pobres están encerrados en una trampa de bajo nivel de activos (o capacidad). Por eso, las medidas en pro de la reducción de la pobreza deben ir encaminadas a brindar incentivos que alienten a los pobres a adquirir activos y capacidades que les permitan escapar de la pobreza en el futuro.
Naturalmente, resulta imposible hacer incursiones importantes contra la pobreza sin crear un crecimiento económico persistente, pero, si nos basamos en los resultados económicos del continente durante los quince últimos años, no parece probable que el crecimiento por sí solo reduzca la pobreza en más del 25 por ciento en los diez próximos años. Aun cuando los dirigentes políticos lograran crear unas circunstancias que retribuyeran mejor la inversión y, por tanto, fomentaran un crecimiento más rápido, no se resolverían los males de América Latina. El alto nivel de desigualdad en los ingresos requiere medidas específicas de reducción de la pobreza.
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