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La crisis energética se profundizará

WASHINGTON, DC – ¿Es la crisis energética actual tan grave como otras similares del pasado (en particular, los shocks petroleros de los años setenta)? Todo el mundo se hace esa pregunta, en un contexto de consumidores afectados por altos precios, empresas preocupadas por el suministro de energía, dirigentes políticos y banqueros centrales en lucha contra la inflación y países enfrentados a presiones en sus balanzas de pagos.

Sí; esta crisis energética es al menos igual de grave. Incluso es posible que sea peor. En los setenta sólo participó el petróleo, mientras que ahora están involucrados el gas natural, el carbón e incluso el ciclo del combustible nuclear. Además de estimular la inflación, la crisis está transformando un mercado que antes era global en otro fragmentado y más vulnerable a disrupciones, lo que frena el crecimiento económico. Y junto con la crisis geopolítica de la guerra en Ucrania, está profundizando las rivalidades entre grandes potencias.

La crisis energética actual no empezó con la invasión rusa de Ucrania, sino el año pasado, cuando al salir el mundo de la pandemia de COVID‑19 hubo un gran aumento de la demanda de energía. En ese momento China no consigue satisfacer su demanda de carbón, el cual se encarece. La estrechez se traslada al mercado global de gas natural licuado (GNL), cuyos precios se van por las nubes; y con ellos aumentan también los del petróleo.

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