El gobierno del Presidente Evo Morales parece encaminar su experiencia populista al fracaso. Frente a crecientes reclamos de los sectores más afectados por la inflación, promete cambios y demora decisiones pero, en esencia, no modifica sus políticas
A veces prevalece el sentido común en la gestión económica, pero por muy poco tiempo. Al finalizar el 2010 el gobierno boliviano decidió eliminar los subsidios a los carburantes. Buscaba reducir la sangría que representa importarlos a precios internacionales para venderlos a precios inmóviles desde hace diez años. Pero revirtió su decisión en menos de una semana porque la protesta social puso en las calles a las mismas organizaciones que lo encumbraron. Entonces prometió que va a “gobernar obedeciendo“.
Las encuestas de opinión registran una brusca caída en la popularidad de Evo Morales y las protestas sociales no cesan. A una prolongada huelga en el transporte público le siguió otra huelga, igualmente larga, de la Central Obrera y los empleados estatales. Los transportistas pedían un aumento en las tarifas, congeladas desde hace varios años, y los trabajadores, un aumento de salarios para compensar la inflación. Esta es más alta que el promedio de América Latina, mientras que el crecimiento económico es menor. El gobierno difirió la protesta haciendo concesiones y promesas de corto plazo.
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Given strong odds that we will face another pandemic, the international community is rightly engaged in discussions about how to do better next time. But the latest United Nations agreement on the issue offers mere platitudes, rather than the kind of concrete measures needed to stay ahead of a new pathogen.
explains what governments need to do to demonstrate that they are taking the threat seriously.
While China was an early mover in regulating generative AI, it is also highly supportive of the technology and the companies developing it. Chinese AI firms might even have a competitive advantage over their American and European counterparts, which are facing strong regulatory headwinds and proliferating legal challenges.
thinks the rules governing generative artificial intelligence give domestic firms a competitive advantage.
El gobierno del Presidente Evo Morales parece encaminar su experiencia populista al fracaso. Frente a crecientes reclamos de los sectores más afectados por la inflación, promete cambios y demora decisiones pero, en esencia, no modifica sus políticas
A veces prevalece el sentido común en la gestión económica, pero por muy poco tiempo. Al finalizar el 2010 el gobierno boliviano decidió eliminar los subsidios a los carburantes. Buscaba reducir la sangría que representa importarlos a precios internacionales para venderlos a precios inmóviles desde hace diez años. Pero revirtió su decisión en menos de una semana porque la protesta social puso en las calles a las mismas organizaciones que lo encumbraron. Entonces prometió que va a “gobernar obedeciendo“.
Las encuestas de opinión registran una brusca caída en la popularidad de Evo Morales y las protestas sociales no cesan. A una prolongada huelga en el transporte público le siguió otra huelga, igualmente larga, de la Central Obrera y los empleados estatales. Los transportistas pedían un aumento en las tarifas, congeladas desde hace varios años, y los trabajadores, un aumento de salarios para compensar la inflación. Esta es más alta que el promedio de América Latina, mientras que el crecimiento económico es menor. El gobierno difirió la protesta haciendo concesiones y promesas de corto plazo.
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